Ante la acumulación de fuerzas rusas en el Mar Negro,
Rumania está preparada para adquirir los sistemas antiaéreos y de defensa
antimisiles Patriot de Estados Unidos, así como 36 cazas F-16 para reforzar sus
capacidades de defensa aérea.
El ex ministro de Defensa Adrian Ţuţuianu ha declarado que
Rumania tiene la intención de adquirir el nuevo sistema de misiles a partir de
2018, cuando llegue la primera batería del Patriot; el primer pago debe hacerse
en noviembre de 2017. El programa se estima en 3.900 millones de dólares, y el
parlamento rumano está dispuesto a aprobar los planes de adquisición del
gabinete en octubre.
Tanto las defensas aéreas en tierra de Rumania como la
fuerza de combate están obsoletas. Con la excepción del sistema de misiles
Hawk, adquirido en 2004, los sistemas de defensa aérea de Rumania son de origen
soviético. Los soldados que operan estos sistemas se quejan de las dificultades
encontradas en el mantenimiento de la tecnología obsoleta y la cantidad
limitada de simulacros de fuego vivo, lo que dificulta la preparación
operativa. Bucarest es muy consciente de esta situación. Ha comenzado a
invertir en radares móviles de largo alcance, así como sistemas de defensa
aérea, y ha comenzado a volver a capitalizar su fuerza de combate.
La anexión rusa de Crimea ha puesto de relieve la
obsolescencia de las defensas aéreas de Rumania. Mientras el Kremlin acumulaba
sus fuerzas en la península, los aviones rusos comenzaron a patrullar
agresivamente en el Mar Negro. Los aviones rumanos se han visto obligados a
interceptar estos aviones rusos cuando se acercan al espacio aéreo del país.
Sin embargo, en términos de disuasión, no es especialmente
creíble interceptar los cazas Su-27/30 o los bombarderos Tu-22M3 con el
envejecido MiG-21. En consecuencia, Bucarest ha pedido a la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que intervenga y ayude. Y desde 2016,
aviones estadounidenses, canadienses, portugueses y británicos han estado
reforzando las defensas aéreas de Rumania, sobre una base rotativa.
Los programas de modernización de las defensas antiaéreas
rumanas han ganado nueva fuerza debido a las actuales circunstancias
regionales. Sin embargo, estos programas están repletos de desafíos técnicos y
financieros. La adquisición de F-16, el puntal del proceso de modernización de la Fuerza Aérea rumana,
se arriesga a estancarse a medida que la demanda internacional de Fighting
Falcons ha superado la oferta, incluso cuando se trata de aviones usados.
A medida que Lockheed Martin aumenta la producción del F-35 Lightning II, la
del F-16 se ha reubicado y ralentizado debido a la falta de nuevos pedidos.
Originalmente, Rumania tenía previsto adquirir 24 aviones, pero debido a
razones financieras tuvo que disminuir solo a 12. En retrospectiva, esto
resultó ser una mala decisión. Es poco probable que Rumania ordene los F-16
recién construidos en un futuro próximo debido a los costos asociados, así como
a la estrategia de adquisición vigente, que considera al Fighting Falcon como
un puente hacia la compra final del F-35.
Los planes actuales contemplaban la adquisición de un
segundo escuadrón F-16 entre 2017 y 2019, al mismo tiempo que se eliminaba el
MiG-21. Sin embargo, esto puede no ser el caso, como el mercado de F-16 usados
se ha endurecido. En este momento, Rumania está compitiendo por los F-16 usados
con Bulgaria y Croacia, países que también están buscando
reemplazar sus obsoletos aviones soviéticos.
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